Esta es la segunda parte del manifiesto quedrantista la fuente ese la misma de la parte primera.
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Durante algunos años hemos estado observando el trabajo de otros escritores y nos hemos hecho un juicio crítico de sus obras; por ello para nosotros no cualquier texto escrito, aun nuestro, podemos considerarlo como literatura. Los estudios semióticos (no tan profundos que nos nublaran el suelo) nos permitieron concebir la estructura de la forma en su relación con el contenido, así, el quebrantista al conocer esta coyuntura se atreve a replantear las mismas relaciones y las formas utilizadas en la literatura, no ya sólo por nuestros antecesores, sino aun por quienes nos sucederán.
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Durante algunos años hemos estado observando el trabajo de otros escritores y nos hemos hecho un juicio crítico de sus obras; por ello para nosotros no cualquier texto escrito, aun nuestro, podemos considerarlo como literatura. Los estudios semióticos (no tan profundos que nos nublaran el suelo) nos permitieron concebir la estructura de la forma en su relación con el contenido, así, el quebrantista al conocer esta coyuntura se atreve a replantear las mismas relaciones y las formas utilizadas en la literatura, no ya sólo por nuestros antecesores, sino aun por quienes nos sucederán.
La forma del contenido se expande como un manto abarcador que precisa de todas las palabras de que el autor tiene conciencia y con las cuales intenta dar al lector la sensación de encontrarse en una historia sin fin. El quebrantismo es un trabajo intelectual que se funda en la lectura de otros autores, no con el fin de copiar aunque sí con la intención de alcanzar modelos hipotéticos de escritura. Es un sueño que cansa, que nuca se alcanza y donde el reto para el lector es terminar la lectura. Los elementos simbólicos son siempre necesarios, sin embargo, estos símbolos no son siempre conocidos. El mismo texto es en sí un símbolo que nos indica el tipo de lectura que debemos llevar a cabo; la tipografía, el espaciado, las sangrías y cada una de las formas que se hayan en la zona visuográfica contienen un significado latente que potencializa semánticamente el texto literario del quebrantista.
De igual modo como lo plateara el gran literato conosureño, nuestra literatura carece de nombre porque en ella no es importante el autor; es decir, lo importante para nosotros es la literatura, el texto literario, la construcción ingeniosa del texto y el debido uso de las palabras que siempre, como ya lo he mencionado, están intencionadas para obtener el máximo efecto, como fuere que se manifieste en el lector, de agrado o disgusto. Buscamos nuevos horizontes dentro de la ceguera en que se encuentra la literatura de otros que, contemporáneos a nosotros, desprestigian la literatura misma. Nuestra literatura (como principio romántico) no es literatura en sí, sino hasta que los ojos críticos del lector decodifican en sus formas el contenido y éste les es impactante. El quebrantismo propone un golpe a los sentidos que desoriente, propone innovar no el tema ni la forma, sí su relación, su causalidad.