QUÉ EL PODER DE LAS DONAS TE ACOMPAÑEN

sábado, 29 de agosto de 2009

POEMA INVITADO.

Hola a todos en esta ocasión les traigo un poema de un amigo mío que ha compartido algo de su trabajo personal, daremos inicio a su ficha tecnica.

Raúl Gálvez oriundo de la Ciudad de Puebla y vino al mundo el 29 de Junio de 1985. Estudia Lingüística y Literatura Hispánica y ha participado en diversos programas del Estatales de Puebla sobre todo en lo que se refiere a la promoción y difusión de la cultura y también ha participado con creacion en los encuentros internos del mencionado colegio de la BUAP.

Espero que les guste lo siguiente.

REBELDÍA

de Raúl Gálvez

*

La rebeldía es un acto incestuoso

Es como la mar en un barco dentro de una botella

Flotando en una taza de café

Y una gota de jugo de limón.

*

Es una lata de madera, y tiene de sal su corazón

Santa y virgen es la rebeldía

Pues de pecado nunca supo

Camina sobre nubes y trama la locura

Locura que quema con el lazo de la mano

Y con la torpeza de un tronco cuando va a ser derribado

*

Sufre y sufre y sufre y sufre

Se retrata en odiseas y se la vive en las cantinas

Se revela revelando

Las monedas ya caídas

Y los pasos caminando.

lunes, 17 de agosto de 2009

CUENTO DE HORROR.

Espero que les guste este cuento de horror. Me inspiró una lectura sobre la forma de calendarizar el tiempo y cómo nuestro destino ya está trazado en los caracteres de nuestro nombre.
*
TEZCATLIPOCA.
(ESPEJO DE HUMO NEGRO).
*
Eduardo Paz.
*

Cuando terminé el catecismo de la nueva religión (traída por los invasores a Tenochtitlan, a causa de la conquista), me bautizaron con el nombre de Lorenzo.
Precisamente nací, cuando Huitzilopochtli derramó su calcinante sangre sobre nuestro pueblo. Haciéndonos sentir su ira, nos trajo a lo hombres del mar como castigo, para que el metal nos atravesara el corazón y se alzara para su ofrenda.
Esa noche, mis padres me llevaron con la esposa del tonalpouhque para que éste me otorgara un nombre conforme al Tonalpohualli. El brujo arrojo los caracoles sobre el petate para determinar mi nombre y dármelo de manera en que la fortuna me favoreciera, porque había sido engendrado en un nemontemi, pero los caracoles se negaban en revelármelo; sólo uno era el que daban y era signo de catástrofes. Entonces el adivino se estremeció a tal grado, horrorizándose repentinamente al ver que las conchas se levantaban en punta y tornándose del color de la sangre. Todos gritaron con horror. Levantándose rápidamente del suelo que se había cubierto de un fuego inexplicable, devorando el petate en donde se hallaban los caracoles; formándose círculos de fuego al su alrededor sin quemar el tul. El humo que inundaba la choza traspasaba el techo de zacate. De pronto en medio de la nube negra surgía una luz cegadora, mostrando la silueta de un hombre cubierto de plumas, cargando una serpiente en una mano y en la otra un objeto que no se podía distinguir, hasta que estuvo en la tierra, y desapareció el dios del Fuego; el objeto comenzó a tragarse los círculos de petate junto con las conchas sangrantes, al igual que la lumbre y el humo; tomando la forma del cristal de obsidiana: transformándose en un espejo. Mis padres llorando del espanto, preguntaron al tonalpouhque qué era lo ocurrido; a lo que contestó todo tembloroso y con los ojos desorbitados “ese es el nombre de tu hijo”. Y que no quiso pronunciar por temor de quedar maldito. Mi padre lo pronunció; en ese preciso instante, el espejo comenzó a vomitar llamas junto con humo negro por todas partes; el fuego alcanzó a mi viejo, incendiándose rápidamente. Bruscamente la espada de un español le traspasó su pecho, terminando así su calcinante agonía. Los españoles entraron a la choza, tomando al adivino, que fue violentamente conducido afuera para apalearlo hasta dejarlo casi muerto, para después cortarle la cabeza. No entendía qué gritaban, sólo escuchaba una “Palabra” rara, que más tarde conocería, gracias a mi conversión. Los otros que se quedaron adentro de la choza se encargaron de mi madre y de la esposa del tonalpouhque, a ellas no las asesinaron sino que las tomaron como sus esclavas y antes de llevárselas como botín de guerra les mataron el espíritu: a mi madre y a la otra las tomaron por la fuerza para hacerlas sus mujeres. Mientras la choza se quemaba, yo estaba arrumbado, llorando en un rincón, envuelto en ayates cubiertos de sangre y ceniza, viendo como todo acababa por consumirse.
Tiempo después, nos fuimos a vivir a la casa del patrón; una casa muy grande por cierto, en donde trabajábamos junto con los negros. Mi madre convivía con las otras criadas en la cocina en donde me cuidó hasta la juventud. Iba a trabajar la tierra como los demás, pero el patrón me escogió para acompañarlo en su viaje por las tierras de los cholultecas. Llegamos a la ciudad que los ángeles habían trazado con hilos de oro y lino; eso era lo que me contaba pues no sabía de esas cosas hasta que tome el catecismo cristiano. Lo hice para sobrevivir en el mundo de esa gente, porque a nosotros indios se nos quemaba por adorar a nuestros dioses, además de que el patrón lo hizo para llevarme a trabajar en la construcción de la casa de una de las familias más adineradas de la región. Pero el rumor de mi antiguo nombre se había expandido por todas partes. Huían de mí por terror a una desgracia, incluso me alejaron del barrio de Santa Anita. En aquellos parajes, encontré a una anciana que sufrió también el mismo desprecio por ser bruja, esta me dio techo y alimento; eso era las mañanas, porque en las noches la anciana se ausentaba y regresaba al amanecer, con una olla de barro cocido llena de sangre que vertía en las tripas de un perro para después cocerlas en un caso con agua, para podérselas comer, me decía que; no había mejor alimento que la sangre fresca de un niño recién nacido más aún si era gachupín. Ella sabía acerca de mí y quiso que me iniciara como brujo y disfrutar de ese elixir. Así que vendí mi alma al demonio para tener todo lo que deseara; sobre todo compañía. Una noche, la vieja me llevo a una de sus reuniones en donde me sorprendí al ver entre todos a mi madre, convertida casi en animal, pues tenía las patas de guajolote, que con anterioridad se las había cortado con uno de sus cabellos. Mi iniciación duró toda la noche hasta antes del amanecer, pude mirar con los ojos al demonio, que no era como lo describía el sacerdote de la iglesia, y fue la primera vez que saboreé la sangre. Mientras estuve en la edificación de la casa, conocí a la hija del dueño, a la cual trataba de cortejar. Pero como no me correspondía, recurrí a la intervención del demonio para que me entregara su amor, este, me la entregó en una noche lluviosa y con rayos para hacerla mi mujer y vengarme de lo que le hicieron a mi madre en una noche como estas. Le desgarré las vestiduras, y deposité mi semilla en ella para procrear a mi hijo. Pasado el tiempo mi mujer tuvo a mi hijo varón, esa noche del alumbramiento me visitaron la anciana y un hombre blanco elegantemente vestido. Venían a cobrarme el favor que me hicieron al darme a la heredera de la familia, - es momento de pagar la deuda que tienes con nosotros - y el hombre hizo aparecer en su mano el espejo de obsidiana, que a su vez se convirtió en una daga. Tomé al niño, y cuando estaba apunto de hundírselo, su madre se interpuso y se lo enterré a ella primero; vi su mirada se parecía a la de mi madre cuando fue ultrajada. Al niño sólo le oí apagársele el llanto cuando el cuchillo atravesaba su cuerpo, posteriormente vertí la sangre de la criatura, que colgaba de una viga para que se desangrara, sobre una olla de barro, para después tomar un trago dejándome en los labios un dulce sabor. El resto del contenido se lo di a la anciana y al hombre que vestía plumas; antes de que se fueran me dijeron el futuro morirás viendo tu cuerpo; no entendí lo que dijeron, salieron y desaparecieron. De pronto, vi unas antorchas que se acercaban, pude reconocer al padre de la muerta, que venia con todo el pueblo y con los frailes para que me llevaran a quemar por los delitos que había cometido. Era conducido entre escupitajos, pedradas y uno que otro garrotazo, me vistieron con un sambendito, y me interrogaron si había más gente involucrada, mencione a la anciana que vivía en las afueras del barrio. Al igual que yo la anciana fue traída al tribunal del Santo Oficio, para que se le condenara por brujería, después de habernos dado sentencia los dos fuimos llevados a la plaza para que nos ejecutaran; a la vieja la ataron en un poste y sobre leña y le prendieron fuego, ésta no gritaba como los otros condenados que había visto morir de la misma manera: se reía, más bien se burlaba de los que estaban presentes y me lanzo una mirada de furia y me dijo -te atormentare en el infierno por haberme delatado -. Yo fui asegurado en un tronco y ante mis ojos se encontraba una canasta en donde depositarían mi cabeza, pues me la habían cubierto. De repente vi un cuerpo que sangraba del cuello pues lo habían degollado, parecía que me llevaban a una mazmorra, al igual que la anciana me carcajeé y burlé de ellos. Observe sus rostros llenos de terror pues miraban hacia arriba y me di cuenta que mi cráneo iba en el cesto y así se cumplió mi destino, mí horrible profecía de ver mi cuerpo inerte.

CUENTO: HISTORIA DE SÓLO JAZZ

Este cuento lo escribi bajo la influencia de la letra de la canción y creo que no se hace sospechar el argumento, pero en el se encuentra una de mis teorias del cuento con respecto a la problemática del climax vs ambiente. En este cuento trato de poner aprueba, también, de la influencia del quebrantismo, espero que les guste.
*
*
Historia de sólo Jazz
*
Cruz de navajas por una mujer,
brillos mortales despuntan al alba,
sangre que tiñen de malva el amanecer.
“Mecano”
*
El aire traía los acordes de una trompeta de jazz. Era una noche cálida; por lo cual las nubes parecían amenazar con dejar caer su fuerza y contenido.
Un hombre se encontraba tomando whisky en un viejo bar, que se ubicaba en el extremo bajo de la ciudad; donde la violencia y monotonía es la esencia de su existencia. Su whisky era servido en un vaso mugriento.
El cantinero limpiaba otro vaso con un trapo sucio; lo hacía como para darse un aire. La banda tocaba el My old flame de Milles como para dar ese aspecto melancólico.
–Louis sírveme otro trago, pero esta vez en un vaso limpio –dijo el bebedor próximo al delirio que provocaba el ardiente sabor del alcohol. Louis sólo mostraba los dientes acompañados de un detestable hedor putrefacto al hacer un gesto de disgusto. Tomaba el vaso y disimulaba cambiarlo para volver a servir el whisky en el mismo, sin que se diera cuenta.
Louis, desde muy chico, trabajó en este bajo ambiente; primero como mesero, y a medida que iba poniendo empeño, escalaba puestos hasta convertirse en cantinero y dueño del bar. Todo a causa de su temprano abandono y la necesidad de conseguir dinero. De este oficio aprendió muchos trucos para estafar a alcohólicos como el que tenia en frente, y lo peor del caso es que era su amigo.
-¡ey! Esa banda, toquen algo más alegre que quiero celebrar mi bancarrota- gritó a los músicos aventándoles unos cuantos dólares. Pues el hombre trabajó para la companía de bienes raíces, más prestigiada del lugar. Su puesto: gerente de ventas. Dicho rango se lo ganó por las grandes ventas que hacia al mes y a menudo apostaba su trabajo cuando se trataba de ganar clientes millonarios. Cierto día, una señora que laboraba para el secretario de Hacienda, que con el tiempo esa unión de trabajo se convirtió en matrimonial, gracias a la reunión que organizaron sus amigas con el fin de recabar fondos para la campaña de elección popular; visitó al dichoso gerente para hacerle una oferta jugosa, en la que se involucraban millones de dólares, lo único que tenia que hacer, era venderle la casa cerca de la playa, en donde conoció a su marido por primera vez, ya que sospechaba de una supuesta infidelidad. Pero la suerte no estaba de su lado, porque, sin la necesidad de la casa, la señora descubrió los engaños por la repentina muerte de su marido, a causa de un infarto por el viagra, y el otro fue despedido sin ninguna explicación. La banda entonaba ritmos más alegres. Se paró, agarró a la sacaborrachos para llevarla a la pista, pero esta le dio un tremendo rodillazo en medio de las piernas, produciéndole un grave y agudo dolor que no se compara en nada cuando uno acaba de tener sexo. Todos se burlaban del espectáculo. El hombre se levantó repartiendo mentadas de madre y fue sacado del lugar.
La cuidad aún permanecía seca. El hombre-ejecutivo transitaba la claroscura y polvorienta acera. El viento que se dirigía al sur alzaba la basura, pareciéndose a murciélagos. Una basura se le pegó en la cara, y como buen vampiro succionó su atención. Entonces el individuo-sintrabajo capturó el papel que trataba de huir, notó que era un billete de lotería de reciente emisión, casi nuevo, pero se veía usado por las huellas de grasa en la cara de Milles Davis entonando Ornithology. Lo observó, y su embriagado juicio empezaba a preguntarse de quién era el propietario. Su mente divagaba mil historias como, la de un vagabundo anciano que habiendo ahorrado todas las limosnas de un mes para comprar ese boleto a un vendedor que siempre se encontraba en la esquina de la calle que da al centro de la ciudad. Decidió probar suerte con este individuo, pues muchos de los anteriores compradores que resultaron ganadores habían comprado con él los boletos del premio mayor, y ahora se lo recomendaban por medio de las televisiones puestas en el aparador de una tienda de electrodomésticos que le quedaba de paso; ya en su poder, se dirigía a su acartonada pocilga. Mas no contaba con los maleantes que lo esperaban en su callejón para quitarle el dinero de las limosnas de ese día, pero se sorprendieron al revisar que sólo llevaba el billete de lotería, lo tomaron y lo echaron al viento, mientras era golpeado hasta dejarlo sin vida. Sus ojos vidriosos sólo contemplaban a la fortuna irse por el aire: eso era lo que pensaba el hombre-con-portafolios, una de sus tantas fantasías que surgían a causa del alcohol.
Siguió caminando con su boleto en la maleta. Una sonrisa se le dibuja en el rostro porque a lo mejor el día de mañana tendría la fortuna que no lograría en siglos con el salario de su empleo; otra nueva ilusión apareció por tener su mente alcoholizada. Las luces de los reflectores lo iluminaban, una chica semidesnuda que portaba un enorme cheque con una cantidad de millones de dólares se lo entregaba, al escuchar el número. La gente le aplaudía mientras lo fotografiaban junto a la hermosa edecán a la que no le quitaba los ojos de encima. De pronto sintió un dolor en la cabeza a causa del golpe que su esposa le propinó para que se le bajara la calentura. Eso se hizo un gran alboroto, que tuvieron que quitarle el premio y ser corrido con las manos vacías y todo por culpa de su mujer. Entonces su sueño se convirtió en pesadilla con la sola imagen de esa obesa de mala suerte. Detuvo su camino y se apoyó en un poste; su alejamiento del bar era mínimo. Sentía ganas de regresar; contarle a Louis pero antes de regresar se inició una trifulca. Unos salieron huyendo de ahí, otros eran lanzados por Yadíra hasta que todo estuvo en calma en el lugar. Lo pensó dos veces antes de volver al bar. Esperó una hora. Cuando se dirigía a la taberna, Louis le salió al encuentro, traía el enojo encima del cuerpo, no hacia caso de nada-nadie, incluso pasó de largo a su amigo de copas. Este trató de llamar la atención del individuo- enojo, hasta que al fin lo consiguió.
- Louis qué pasa, porqué tan jetón – dijo el hombre-con-fortuna.
- Son los gajes del oficio, ya sabes – dijo Louis sin detener su camino; le dijo además que deseaba llegar a su casa y cojer a su esposa, porque sentía que la había abandonado por culpa del maldito trabajo. Así que los dos hombres se perdieron en las claroscuras calles de la ciudad, contando viejas anécdotas de la época de hippies, en donde el amor y las drogas eran el pan de cada día. Fue ahí, en uno de esos frenéticos y alocados festivales donde Louis conoció a Luisa, una mujer de escasa belleza, pero su cuerpo lo compensaba, y que sin inhibiciones lo mostraba a todo el mundo. De eso hablaban mientras caminaban aprisa, pues la ciudad se estaba empezando a poner mojada. Le confesaba a su vez que él nunca había experimentado el amor carnal con ella por el constante ajetreo, por estar pensando en cómo llevar el maldito pan a la casa y que si llegaba era para proponerle descansar, a lo cual ella se ponía muy furiosa y lo quería echar fuera del lugar.
El hombre-con-billete escuchaba con atención, con cierto halo de deseo; por lo que le propuso que si podía pasar la noche en su casa para que hicieran algo muy diferente y muy estimulante a lo que Louis no se enfado, incluso le fascinó la idea. Tomaron la calle de la derecha, pues se encontraban cerca de su casa. Subieron las escaleras, tocaron fuertemente la puerta. Una mujer casi desnuda les abrió la puerta. Louis y el hombre-lujurioso en un arranque de perversidad la tomaron, la empezaron a llenar de lamidas y rasposas caricias, se dirigieron hacia el cuarto donde dormían... Los gritos de placer eran tan intensos que los vecinos golpeaban los muros. Y así a los tres les pegó el amanecer en la cara. Se despidieron; y cada quien siguió su camino.
El hombre-de-negocios bajó las escaleras del edificio, dirigiéndose a su casa. Iba pensando en los reproches de su mujer que le esperaban al llegar; pero él ya se había acostumbrado incluso ya empezaba a serle indiferente. La experiencia que tuvo con la mujer de Louis fue la más excitante de su vida y comenzaba a idear el volver a buscarla pero había un obstáculo: Louis.
Llego a su casa, se dio cuenta de que su mujer no estaba: había salido a chismosear con sus amigas del salón como todos los días. Él sintió un alivio al no tener que dar explicaciones. Aventó el portafolio y al chocar con la pared este se abrió, dejando volar sus papeles junto con el boleto de lotería que cayó frente de sus ojos, lo agarró y se puso a examinarlo; vió que la fecha del sorteo era para el día tal. Entonces el hombre-sin-trabajo sintió un ligero respiro a su situación, y se echo a dormir soñando con su futuro de millonario. Pero una nueva figura aparecía: la mujer de Louis, como su amante, disfrutando una vida chida. De repente apareció su esposa como una horrible pesadilla a la que aniquiló con un cuchillo que inexplicablemente llegó a sus manos, y una vez muerto el monstruo, la amante le cubrió de caricias y besos lascivos todo el cuerpo hasta llegar a su sexo y... se despertó. Se dió cuenta de que su esposa seguía aún ausente, entonces se cambió de ropa y se salió también, no sin antes asegurar el boleto para que su mujer no lo viera. Se dirigió al hotel donde estaba Luisa para tener otro encuentro. Al llegar tocó, esta le abrió la puerta como acostumbraba a recibir a Louis. Lo dejo pasar pues ella se dió cuenta de sus intenciones y se lanzó con un ataque de besos; repitiendo lo de la noche anterior... Al terminar le dijo lo que sentía por ella y estaba dispuesto a dejar todo para estar con ella, incluso de matar a Louis. Entonces ella se puso a reflexionar la propuesta de él y aceptó en ser su amante, pues argumentaba que la tenía abandonada por estar pendiente siempre del maldito bar. Entonces acordaron el día de su huida para que arreglaran un poco su vida. Desde ese momento se frecuentaron todas las noches hasta que llegara la fecha fijada.
El tiempo se lo llevo el viento y el plazo se iba cumpliendo. En el ambiente flotaban los gritos de la trompeta de Milles. En el bar, Louis estaba en la barra como siempre, sirviendo a borrachos sus tragos en vasos sucios y él limpiando uno. Todo parecía tan monótono, la banda interpretaba My old flame para que se sintiera lo nostálgico. De repente un par de clientes empezaron a hacer disturbios, pues uno de ellos había hecho trampa en el póker, alegando que había ocultado una carta debajo de la mesa a la hora de repartir; como no llegaban a un acuerdo, derribaron la mesa, cayendo al suelo todo lo que estaba sobre ella. Comenzaron a golpear al tramposo con los vasos. Una lluvia de vidrios y sangre empapaba a los demás clientes; la banda al ver tal suceso empezó a tocar una pieza más animada. Yadíra se dirigió hacia ellos para parar la trifulca, pero el más alto sacó una navaja y la hirió en el abdomen. Entonces Louis junto con otros hombres corrió a socorrer a la sacaborrachos y a sacar del lugar a los jugadores, no sin antes haberles propinado una buena golpiza. Una vez fuera los clientes cerraron las puertas del bar y mandaron a llamar a una ambulancia para que llevaran a Yadíra al hospital. Terminado el cierre de caja Louis se fue a su casa. Miro su reloj; eran las 5 menos 10. Caminaba sobre el muelle, cabizbajo, pensando en lo sucedido, pero sabía como eliminar esos pensamientos al tener sexo con Luisa. Cuando llegó al área de descarga de los barcos; dos siluetas resaltaban, se comían a besos, y parecían esperar un barco. Louis observó con detenimiento al pasar junto a la pareja; reconoció a su mujer y a su amigo, el vendedor de bienes raíces. Entonces estos al ser descubiertos se apresuraron a huir de él. Louis fue en persecución de los amantes. Ellos iban con un poco de ventaja; doblaron a otra zona del muelle. Al doblar también Louis este fue detenido por un fuerte golpe en la cara, y...
Al aparecer el alba, las aguas del mar se teñían de un color artificial, pues un cuerpo se encontraba rebosando en ellas con tres estigmas religiosas. En el periódico, la fortuna hizo de las suyas, otorgándoles libertad a los forajidos.

martes, 4 de agosto de 2009

CUENTO INVITADO.

Es gran honor para este blog el tener como invitado a Paul Aguilar Sánchez, uno de los co-fundadores de la extinta revista "Cronicas de un pueblo muerto" de la cual sólo se sacó un número que jamás vio la luz de la publicación, sin embargo se guarda un archivo disponible (apeticion de sus comentarios)para que se puedan publicar por este medio.

Paul nacio en el Barrio de Xonaca una tarde post-trágica del 85 , egresado del colegio de letras de la BUAP cursando la licenciatura de Lingüística y Literatura hispánica. Formó parte del circulo literario "Un pueblo muerto" que tiempo después se convertiría en un grupo de escritores y poetas con propuestas alternativas tanto en la poesia, como en la narración, tomando como bandera la experimentación de los géneros.

Paul considera al cuento como una forma de conjuntar lo inconjuntable, de asociar lo que se encuentra distante, de mostrar realidades que van más allá de toda ficción y que trata de explicar por medio de su escritura la forma de ver y ser, no sólo el mundo, sino el universo entero. Él ven en el cuento la posibilidad de traspasar la realidad, de ver realidades donde los problemas humanos no son más que pretextos que funcionan como lentes oscuros ante lo que él trata de mostrar. Ve en la palabra una forma de atravesar el espacio y el tiempo ,de reunirlo todo y, a su vez, tratar de no contenerlo.

Sus obras más destacadas son: Kalaquitas, la sombra, alienado y Como una vaca que mira pasar el tren, con tintes "Quebrantistas". En esta ocasión les presentó su más reciente cuento, espero que lo disfruten.

ALEXIS* // **

Amo você em demasia(1 talvez nao seja certo(2 que estou perto da loucura labirinticamente ilógica(3 que dentro do meu peito mora(4...

(1* La semana pasada vi las noticias, un hombre se mutiló varias partes de su cuerpo y lo reconocí como uno de mis pacientes. Aunque últimamente los casos como el de él son más frecuentes, no los de mutilación sino los psicológicos, en los años en que estuvo visitando mi consultorio fue sorprendente encontrar un problema así. No creo sea importante decir de dónde era puesto que en sus palabras es posible notar su origen, tampoco supongo de interés para el conocimiento saber sobre su vida en el país ni lo que hiciese o dejara de hacer. Lo verdaderamente interesante es su problema.

** Cuando venía, por ahí del noventa y nueve, parecía ser un hombre trastornado. Tenía más de 50 años aunque realmente no sé su edad exacta puesto que nunca me la dijo. Siempre desarreglado, o por lo menos arreglado no según las convenciones sociales; su cabeza no tenía siempre el mismo peinado, parecía ser que la forma de amanecer en su cama (si es que la tenía) determinaba la dirección que tomarían sus greñas, porque eso eran, greñas. Por su cara podría decir que conocía el baño aunque en su más primitiva manifestación; tenía ojeras que lo hacían parecer un mapache aunque las disimulaba con los anteojos de armazón negro que se distinguían a varios metros de distancia. Las notas que abajo presento son la explicación más cercana que puede haber a las últimas palabras reconocibles como tales en las construcciones conversacionales que mantuve con Cabanhas.

Durante las sesiones que tuvimos solía decir: “Tengo miedo de perder su nombre; de llegar a la extremosa situación de olvidar todo aquello que me ha dicho y no poder siquiera perder la conciencia de esto para hacerlo menos doloso…” ya para ese entonces él suponía una anomalía en sí mismo. No puedo negar haber creído que se trataba de una amnesia temporal, y sinceramente no sé qué me condujo a seguir consultándolo pero lo hice. En cada sesión era evidente su temor a olvidar, pero no un olvido común, sino uno que involucra perder más que la memoria, uno que representaba perder el único vínculo de felicidad que podía atarlo a él mismo y a su mundo. Hablaba de amar en demasía a una mujer, a veces decía su nombre y en otras ocasiones lo olvidaba; hablaba de el amor de su vida y de ser ella la única persona con la capacidad para rescatarlo de su locura, y siempre que se refería a ella lo hacía como si estuviera presente ante él, de hecho lo hacía como si nadie más existiera en ese momento, como si lo escuchara y le decía: “Amo você em demasia...”. Tiempo después fue común escuchar ese estribillo por cada intervención que hacía. No se daba cuenta de las formas que utilizaba cada vez que tomaba la palabra.

(2 Siempre que expresaba algo como:fue lunes o… domingo cuando comenzaron los síntomas. Recurrí a la memoria para saber cuál era el nombre del ônibus que necesitaba tomar, loma… y algo, tampoco lo recuerdo ahora…” generalmente lo acompañaba de un talvez seja certo. En una de las sesiones pudo notarse esto, el hecho de ser conciente de estar perdiendo la memoria lo hacía dudar de la certeza de todo cuanto decía, a la par podemos suponer que en su mente se construía un discurso que distaba diametralmente de lo enunciado y mientras parte de su cerebro le hacía creer que decía lo que quería, otra le hacía pensar que quizá lo dicho no tenía nada que ver con aquello que en su mente se construía.

Para aquel momento ya sabía que no era una amnesia temporal causada por su fatigosa tarea de estudiar a Broca y Wernicke. Era una perdida paulatina del sistema y código de la lengua que a lo mucho le llevaría pocos años en convertirse en una enfermedad sin reconocimiento por él mismo: era alexia con agrafia anosognósica.

(3 Ciertamente era un caso especial nunca antes visto. Como sabemos la afasia en el giro angular es un cuadro relativamente frecuente que puede ser el residuo de una afasia severa del tipo fluido (llamémosla verborrea), es decir, el contenido del discurso parece vacío de significado. Sin embargo, ésta complicación del Maestro no presentaba daño cerebral, ni siquiera era producto de algún ligero golpe; había algo más metafísico que lo producía. Parecía ser el resultado de un evento traumático de afectaciones psicológicas que, como en el caso de los niños que dejan de hablar después de una impresión muy fuerte, le impedía empatar las construcciones mentales con las producidas en su propio discurso. Lo curioso está en que repetía siempre esta frase cuando (supongo) se sentía atrapado por su propia incapacidad de comunicarse. Es una lastima que no sepa hablar su lengua porque eso me daría una visión más amplia de lo que intentó decir en las sesiones.

(4 Apenas existe la posibilidad de que las palabras signifiquen lo que suponemos significan; no sólo en nuestra lengua sino, también, cuando intentamos entender otra que nos es ajena. Quizá esta expresión sea sólo una parte de lo que realmente quiere significar, es decir, tal vez mi paciente no disminuía su conciencia del carácter patológico que padecía, al contrario, la conciencia que como especialista le negaba, porque así la teoría o la incapacidad de dar respuesta a algo lo marcaba, hacía que él produjera una forma para poder comunicar lo más importante o lo que le parecía prioritario en la conversación. Así “Amo você em demasia” tal vez fuera lo primordial para él, no importaba qué recuerdo se borrara de su mente, lo importante era no olvidar que existía alguien a quien amaba. Seguido de “talvez seja certo”, su constante duda y su constante preocupación de decir lo que quiere. Luego “estou perto da loucura labirinticamente ilógica” que supongo era la manera más directa para decirme que ya su mente era conciente de que lo comunicado distaba mucho de como él lo deseaba. Y finalmente “dentro do meu peito mora” que sería el sentimiento de aflicción general provocado por esta paulatina patología psicológica de la que nunca pudo decirme qué la provocó. Aún hoy recuerdo las últimas palabras que dijera con supuesta lucidez: “lo que más me duele es tener olvidado el nombre más hermoso que jamás volveré escuchar…

Datos personales

Estudiante de letras que anda por la vida buscando que comer, a veces come sueños, otras rebanadas dulces de luna nueva, probaditas saladas de nieve de los Volcanes y entremeses agridulces de realidad.