Este cuento lo escribi bajo la influencia de la letra de la canción y creo que no se hace sospechar el argumento, pero en el se encuentra una de mis teorias del cuento con respecto a la problemática del climax vs ambiente. En este cuento trato de poner aprueba, también, de la influencia del quebrantismo, espero que les guste.
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*
Historia de sólo Jazz
*
Cruz de navajas por una mujer,
brillos mortales despuntan al alba,
sangre que tiñen de malva el amanecer.
“Mecano”
*
El aire traía los acordes de una trompeta de jazz. Era una noche cálida; por lo cual las nubes parecían amenazar con dejar caer su fuerza y contenido.
Un hombre se encontraba tomando whisky en un viejo bar, que se ubicaba en el extremo bajo de la ciudad; donde la violencia y monotonía es la esencia de su existencia. Su whisky era servido en un vaso mugriento.
El cantinero limpiaba otro vaso con un trapo sucio; lo hacía como para darse un aire. La banda tocaba el My old flame de Milles como para dar ese aspecto melancólico.
–Louis sírveme otro trago, pero esta vez en un vaso limpio –dijo el bebedor próximo al delirio que provocaba el ardiente sabor del alcohol. Louis sólo mostraba los dientes acompañados de un detestable hedor putrefacto al hacer un gesto de disgusto. Tomaba el vaso y disimulaba cambiarlo para volver a servir el whisky en el mismo, sin que se diera cuenta.
Louis, desde muy chico, trabajó en este bajo ambiente; primero como mesero, y a medida que iba poniendo empeño, escalaba puestos hasta convertirse en cantinero y dueño del bar. Todo a causa de su temprano abandono y la necesidad de conseguir dinero. De este oficio aprendió muchos trucos para estafar a alcohólicos como el que tenia en frente, y lo peor del caso es que era su amigo.
-¡ey! Esa banda, toquen algo más alegre que quiero celebrar mi bancarrota- gritó a los músicos aventándoles unos cuantos dólares. Pues el hombre trabajó para la companía de bienes raíces, más prestigiada del lugar. Su puesto: gerente de ventas. Dicho rango se lo ganó por las grandes ventas que hacia al mes y a menudo apostaba su trabajo cuando se trataba de ganar clientes millonarios. Cierto día, una señora que laboraba para el secretario de Hacienda, que con el tiempo esa unión de trabajo se convirtió en matrimonial, gracias a la reunión que organizaron sus amigas con el fin de recabar fondos para la campaña de elección popular; visitó al dichoso gerente para hacerle una oferta jugosa, en la que se involucraban millones de dólares, lo único que tenia que hacer, era venderle la casa cerca de la playa, en donde conoció a su marido por primera vez, ya que sospechaba de una supuesta infidelidad. Pero la suerte no estaba de su lado, porque, sin la necesidad de la casa, la señora descubrió los engaños por la repentina muerte de su marido, a causa de un infarto por el viagra, y el otro fue despedido sin ninguna explicación. La banda entonaba ritmos más alegres. Se paró, agarró a la sacaborrachos para llevarla a la pista, pero esta le dio un tremendo rodillazo en medio de las piernas, produciéndole un grave y agudo dolor que no se compara en nada cuando uno acaba de tener sexo. Todos se burlaban del espectáculo. El hombre se levantó repartiendo mentadas de madre y fue sacado del lugar.
La cuidad aún permanecía seca. El hombre-ejecutivo transitaba la claroscura y polvorienta acera. El viento que se dirigía al sur alzaba la basura, pareciéndose a murciélagos. Una basura se le pegó en la cara, y como buen vampiro succionó su atención. Entonces el individuo-sintrabajo capturó el papel que trataba de huir, notó que era un billete de lotería de reciente emisión, casi nuevo, pero se veía usado por las huellas de grasa en la cara de Milles Davis entonando Ornithology. Lo observó, y su embriagado juicio empezaba a preguntarse de quién era el propietario. Su mente divagaba mil historias como, la de un vagabundo anciano que habiendo ahorrado todas las limosnas de un mes para comprar ese boleto a un vendedor que siempre se encontraba en la esquina de la calle que da al centro de la ciudad. Decidió probar suerte con este individuo, pues muchos de los anteriores compradores que resultaron ganadores habían comprado con él los boletos del premio mayor, y ahora se lo recomendaban por medio de las televisiones puestas en el aparador de una tienda de electrodomésticos que le quedaba de paso; ya en su poder, se dirigía a su acartonada pocilga. Mas no contaba con los maleantes que lo esperaban en su callejón para quitarle el dinero de las limosnas de ese día, pero se sorprendieron al revisar que sólo llevaba el billete de lotería, lo tomaron y lo echaron al viento, mientras era golpeado hasta dejarlo sin vida. Sus ojos vidriosos sólo contemplaban a la fortuna irse por el aire: eso era lo que pensaba el hombre-con-portafolios, una de sus tantas fantasías que surgían a causa del alcohol.
Siguió caminando con su boleto en la maleta. Una sonrisa se le dibuja en el rostro porque a lo mejor el día de mañana tendría la fortuna que no lograría en siglos con el salario de su empleo; otra nueva ilusión apareció por tener su mente alcoholizada. Las luces de los reflectores lo iluminaban, una chica semidesnuda que portaba un enorme cheque con una cantidad de millones de dólares se lo entregaba, al escuchar el número. La gente le aplaudía mientras lo fotografiaban junto a la hermosa edecán a la que no le quitaba los ojos de encima. De pronto sintió un dolor en la cabeza a causa del golpe que su esposa le propinó para que se le bajara la calentura. Eso se hizo un gran alboroto, que tuvieron que quitarle el premio y ser corrido con las manos vacías y todo por culpa de su mujer. Entonces su sueño se convirtió en pesadilla con la sola imagen de esa obesa de mala suerte. Detuvo su camino y se apoyó en un poste; su alejamiento del bar era mínimo. Sentía ganas de regresar; contarle a Louis pero antes de regresar se inició una trifulca. Unos salieron huyendo de ahí, otros eran lanzados por Yadíra hasta que todo estuvo en calma en el lugar. Lo pensó dos veces antes de volver al bar. Esperó una hora. Cuando se dirigía a la taberna, Louis le salió al encuentro, traía el enojo encima del cuerpo, no hacia caso de nada-nadie, incluso pasó de largo a su amigo de copas. Este trató de llamar la atención del individuo- enojo, hasta que al fin lo consiguió.
- Louis qué pasa, porqué tan jetón – dijo el hombre-con-fortuna.
- Son los gajes del oficio, ya sabes – dijo Louis sin detener su camino; le dijo además que deseaba llegar a su casa y cojer a su esposa, porque sentía que la había abandonado por culpa del maldito trabajo. Así que los dos hombres se perdieron en las claroscuras calles de la ciudad, contando viejas anécdotas de la época de hippies, en donde el amor y las drogas eran el pan de cada día. Fue ahí, en uno de esos frenéticos y alocados festivales donde Louis conoció a Luisa, una mujer de escasa belleza, pero su cuerpo lo compensaba, y que sin inhibiciones lo mostraba a todo el mundo. De eso hablaban mientras caminaban aprisa, pues la ciudad se estaba empezando a poner mojada. Le confesaba a su vez que él nunca había experimentado el amor carnal con ella por el constante ajetreo, por estar pensando en cómo llevar el maldito pan a la casa y que si llegaba era para proponerle descansar, a lo cual ella se ponía muy furiosa y lo quería echar fuera del lugar.
El hombre-con-billete escuchaba con atención, con cierto halo de deseo; por lo que le propuso que si podía pasar la noche en su casa para que hicieran algo muy diferente y muy estimulante a lo que Louis no se enfado, incluso le fascinó la idea. Tomaron la calle de la derecha, pues se encontraban cerca de su casa. Subieron las escaleras, tocaron fuertemente la puerta. Una mujer casi desnuda les abrió la puerta. Louis y el hombre-lujurioso en un arranque de perversidad la tomaron, la empezaron a llenar de lamidas y rasposas caricias, se dirigieron hacia el cuarto donde dormían... Los gritos de placer eran tan intensos que los vecinos golpeaban los muros. Y así a los tres les pegó el amanecer en la cara. Se despidieron; y cada quien siguió su camino.
El hombre-de-negocios bajó las escaleras del edificio, dirigiéndose a su casa. Iba pensando en los reproches de su mujer que le esperaban al llegar; pero él ya se había acostumbrado incluso ya empezaba a serle indiferente. La experiencia que tuvo con la mujer de Louis fue la más excitante de su vida y comenzaba a idear el volver a buscarla pero había un obstáculo: Louis.
Llego a su casa, se dio cuenta de que su mujer no estaba: había salido a chismosear con sus amigas del salón como todos los días. Él sintió un alivio al no tener que dar explicaciones. Aventó el portafolio y al chocar con la pared este se abrió, dejando volar sus papeles junto con el boleto de lotería que cayó frente de sus ojos, lo agarró y se puso a examinarlo; vió que la fecha del sorteo era para el día tal. Entonces el hombre-sin-trabajo sintió un ligero respiro a su situación, y se echo a dormir soñando con su futuro de millonario. Pero una nueva figura aparecía: la mujer de Louis, como su amante, disfrutando una vida chida. De repente apareció su esposa como una horrible pesadilla a la que aniquiló con un cuchillo que inexplicablemente llegó a sus manos, y una vez muerto el monstruo, la amante le cubrió de caricias y besos lascivos todo el cuerpo hasta llegar a su sexo y... se despertó. Se dió cuenta de que su esposa seguía aún ausente, entonces se cambió de ropa y se salió también, no sin antes asegurar el boleto para que su mujer no lo viera. Se dirigió al hotel donde estaba Luisa para tener otro encuentro. Al llegar tocó, esta le abrió la puerta como acostumbraba a recibir a Louis. Lo dejo pasar pues ella se dió cuenta de sus intenciones y se lanzó con un ataque de besos; repitiendo lo de la noche anterior... Al terminar le dijo lo que sentía por ella y estaba dispuesto a dejar todo para estar con ella, incluso de matar a Louis. Entonces ella se puso a reflexionar la propuesta de él y aceptó en ser su amante, pues argumentaba que la tenía abandonada por estar pendiente siempre del maldito bar. Entonces acordaron el día de su huida para que arreglaran un poco su vida. Desde ese momento se frecuentaron todas las noches hasta que llegara la fecha fijada.
El tiempo se lo llevo el viento y el plazo se iba cumpliendo. En el ambiente flotaban los gritos de la trompeta de Milles. En el bar, Louis estaba en la barra como siempre, sirviendo a borrachos sus tragos en vasos sucios y él limpiando uno. Todo parecía tan monótono, la banda interpretaba My old flame para que se sintiera lo nostálgico. De repente un par de clientes empezaron a hacer disturbios, pues uno de ellos había hecho trampa en el póker, alegando que había ocultado una carta debajo de la mesa a la hora de repartir; como no llegaban a un acuerdo, derribaron la mesa, cayendo al suelo todo lo que estaba sobre ella. Comenzaron a golpear al tramposo con los vasos. Una lluvia de vidrios y sangre empapaba a los demás clientes; la banda al ver tal suceso empezó a tocar una pieza más animada. Yadíra se dirigió hacia ellos para parar la trifulca, pero el más alto sacó una navaja y la hirió en el abdomen. Entonces Louis junto con otros hombres corrió a socorrer a la sacaborrachos y a sacar del lugar a los jugadores, no sin antes haberles propinado una buena golpiza. Una vez fuera los clientes cerraron las puertas del bar y mandaron a llamar a una ambulancia para que llevaran a Yadíra al hospital. Terminado el cierre de caja Louis se fue a su casa. Miro su reloj; eran las 5 menos 10. Caminaba sobre el muelle, cabizbajo, pensando en lo sucedido, pero sabía como eliminar esos pensamientos al tener sexo con Luisa. Cuando llegó al área de descarga de los barcos; dos siluetas resaltaban, se comían a besos, y parecían esperar un barco. Louis observó con detenimiento al pasar junto a la pareja; reconoció a su mujer y a su amigo, el vendedor de bienes raíces. Entonces estos al ser descubiertos se apresuraron a huir de él. Louis fue en persecución de los amantes. Ellos iban con un poco de ventaja; doblaron a otra zona del muelle. Al doblar también Louis este fue detenido por un fuerte golpe en la cara, y...
Al aparecer el alba, las aguas del mar se teñían de un color artificial, pues un cuerpo se encontraba rebosando en ellas con tres estigmas religiosas. En el periódico, la fortuna hizo de las suyas, otorgándoles libertad a los forajidos.
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Cruz de navajas por una mujer,
brillos mortales despuntan al alba,
sangre que tiñen de malva el amanecer.
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El aire traía los acordes de una trompeta de jazz. Era una noche cálida; por lo cual las nubes parecían amenazar con dejar caer su fuerza y contenido.
Un hombre se encontraba tomando whisky en un viejo bar, que se ubicaba en el extremo bajo de la ciudad; donde la violencia y monotonía es la esencia de su existencia. Su whisky era servido en un vaso mugriento.
El cantinero limpiaba otro vaso con un trapo sucio; lo hacía como para darse un aire. La banda tocaba el My old flame de Milles como para dar ese aspecto melancólico.
–Louis sírveme otro trago, pero esta vez en un vaso limpio –dijo el bebedor próximo al delirio que provocaba el ardiente sabor del alcohol. Louis sólo mostraba los dientes acompañados de un detestable hedor putrefacto al hacer un gesto de disgusto. Tomaba el vaso y disimulaba cambiarlo para volver a servir el whisky en el mismo, sin que se diera cuenta.
Louis, desde muy chico, trabajó en este bajo ambiente; primero como mesero, y a medida que iba poniendo empeño, escalaba puestos hasta convertirse en cantinero y dueño del bar. Todo a causa de su temprano abandono y la necesidad de conseguir dinero. De este oficio aprendió muchos trucos para estafar a alcohólicos como el que tenia en frente, y lo peor del caso es que era su amigo.
-¡ey! Esa banda, toquen algo más alegre que quiero celebrar mi bancarrota- gritó a los músicos aventándoles unos cuantos dólares. Pues el hombre trabajó para la companía de bienes raíces, más prestigiada del lugar. Su puesto: gerente de ventas. Dicho rango se lo ganó por las grandes ventas que hacia al mes y a menudo apostaba su trabajo cuando se trataba de ganar clientes millonarios. Cierto día, una señora que laboraba para el secretario de Hacienda, que con el tiempo esa unión de trabajo se convirtió en matrimonial, gracias a la reunión que organizaron sus amigas con el fin de recabar fondos para la campaña de elección popular; visitó al dichoso gerente para hacerle una oferta jugosa, en la que se involucraban millones de dólares, lo único que tenia que hacer, era venderle la casa cerca de la playa, en donde conoció a su marido por primera vez, ya que sospechaba de una supuesta infidelidad. Pero la suerte no estaba de su lado, porque, sin la necesidad de la casa, la señora descubrió los engaños por la repentina muerte de su marido, a causa de un infarto por el viagra, y el otro fue despedido sin ninguna explicación. La banda entonaba ritmos más alegres. Se paró, agarró a la sacaborrachos para llevarla a la pista, pero esta le dio un tremendo rodillazo en medio de las piernas, produciéndole un grave y agudo dolor que no se compara en nada cuando uno acaba de tener sexo. Todos se burlaban del espectáculo. El hombre se levantó repartiendo mentadas de madre y fue sacado del lugar.
La cuidad aún permanecía seca. El hombre-ejecutivo transitaba la claroscura y polvorienta acera. El viento que se dirigía al sur alzaba la basura, pareciéndose a murciélagos. Una basura se le pegó en la cara, y como buen vampiro succionó su atención. Entonces el individuo-sintrabajo capturó el papel que trataba de huir, notó que era un billete de lotería de reciente emisión, casi nuevo, pero se veía usado por las huellas de grasa en la cara de Milles Davis entonando Ornithology. Lo observó, y su embriagado juicio empezaba a preguntarse de quién era el propietario. Su mente divagaba mil historias como, la de un vagabundo anciano que habiendo ahorrado todas las limosnas de un mes para comprar ese boleto a un vendedor que siempre se encontraba en la esquina de la calle que da al centro de la ciudad. Decidió probar suerte con este individuo, pues muchos de los anteriores compradores que resultaron ganadores habían comprado con él los boletos del premio mayor, y ahora se lo recomendaban por medio de las televisiones puestas en el aparador de una tienda de electrodomésticos que le quedaba de paso; ya en su poder, se dirigía a su acartonada pocilga. Mas no contaba con los maleantes que lo esperaban en su callejón para quitarle el dinero de las limosnas de ese día, pero se sorprendieron al revisar que sólo llevaba el billete de lotería, lo tomaron y lo echaron al viento, mientras era golpeado hasta dejarlo sin vida. Sus ojos vidriosos sólo contemplaban a la fortuna irse por el aire: eso era lo que pensaba el hombre-con-portafolios, una de sus tantas fantasías que surgían a causa del alcohol.
Siguió caminando con su boleto en la maleta. Una sonrisa se le dibuja en el rostro porque a lo mejor el día de mañana tendría la fortuna que no lograría en siglos con el salario de su empleo; otra nueva ilusión apareció por tener su mente alcoholizada. Las luces de los reflectores lo iluminaban, una chica semidesnuda que portaba un enorme cheque con una cantidad de millones de dólares se lo entregaba, al escuchar el número. La gente le aplaudía mientras lo fotografiaban junto a la hermosa edecán a la que no le quitaba los ojos de encima. De pronto sintió un dolor en la cabeza a causa del golpe que su esposa le propinó para que se le bajara la calentura. Eso se hizo un gran alboroto, que tuvieron que quitarle el premio y ser corrido con las manos vacías y todo por culpa de su mujer. Entonces su sueño se convirtió en pesadilla con la sola imagen de esa obesa de mala suerte. Detuvo su camino y se apoyó en un poste; su alejamiento del bar era mínimo. Sentía ganas de regresar; contarle a Louis pero antes de regresar se inició una trifulca. Unos salieron huyendo de ahí, otros eran lanzados por Yadíra hasta que todo estuvo en calma en el lugar. Lo pensó dos veces antes de volver al bar. Esperó una hora. Cuando se dirigía a la taberna, Louis le salió al encuentro, traía el enojo encima del cuerpo, no hacia caso de nada-nadie, incluso pasó de largo a su amigo de copas. Este trató de llamar la atención del individuo- enojo, hasta que al fin lo consiguió.
- Louis qué pasa, porqué tan jetón – dijo el hombre-con-fortuna.
- Son los gajes del oficio, ya sabes – dijo Louis sin detener su camino; le dijo además que deseaba llegar a su casa y cojer a su esposa, porque sentía que la había abandonado por culpa del maldito trabajo. Así que los dos hombres se perdieron en las claroscuras calles de la ciudad, contando viejas anécdotas de la época de hippies, en donde el amor y las drogas eran el pan de cada día. Fue ahí, en uno de esos frenéticos y alocados festivales donde Louis conoció a Luisa, una mujer de escasa belleza, pero su cuerpo lo compensaba, y que sin inhibiciones lo mostraba a todo el mundo. De eso hablaban mientras caminaban aprisa, pues la ciudad se estaba empezando a poner mojada. Le confesaba a su vez que él nunca había experimentado el amor carnal con ella por el constante ajetreo, por estar pensando en cómo llevar el maldito pan a la casa y que si llegaba era para proponerle descansar, a lo cual ella se ponía muy furiosa y lo quería echar fuera del lugar.
El hombre-con-billete escuchaba con atención, con cierto halo de deseo; por lo que le propuso que si podía pasar la noche en su casa para que hicieran algo muy diferente y muy estimulante a lo que Louis no se enfado, incluso le fascinó la idea. Tomaron la calle de la derecha, pues se encontraban cerca de su casa. Subieron las escaleras, tocaron fuertemente la puerta. Una mujer casi desnuda les abrió la puerta. Louis y el hombre-lujurioso en un arranque de perversidad la tomaron, la empezaron a llenar de lamidas y rasposas caricias, se dirigieron hacia el cuarto donde dormían... Los gritos de placer eran tan intensos que los vecinos golpeaban los muros. Y así a los tres les pegó el amanecer en la cara. Se despidieron; y cada quien siguió su camino.
El hombre-de-negocios bajó las escaleras del edificio, dirigiéndose a su casa. Iba pensando en los reproches de su mujer que le esperaban al llegar; pero él ya se había acostumbrado incluso ya empezaba a serle indiferente. La experiencia que tuvo con la mujer de Louis fue la más excitante de su vida y comenzaba a idear el volver a buscarla pero había un obstáculo: Louis.
Llego a su casa, se dio cuenta de que su mujer no estaba: había salido a chismosear con sus amigas del salón como todos los días. Él sintió un alivio al no tener que dar explicaciones. Aventó el portafolio y al chocar con la pared este se abrió, dejando volar sus papeles junto con el boleto de lotería que cayó frente de sus ojos, lo agarró y se puso a examinarlo; vió que la fecha del sorteo era para el día tal. Entonces el hombre-sin-trabajo sintió un ligero respiro a su situación, y se echo a dormir soñando con su futuro de millonario. Pero una nueva figura aparecía: la mujer de Louis, como su amante, disfrutando una vida chida. De repente apareció su esposa como una horrible pesadilla a la que aniquiló con un cuchillo que inexplicablemente llegó a sus manos, y una vez muerto el monstruo, la amante le cubrió de caricias y besos lascivos todo el cuerpo hasta llegar a su sexo y... se despertó. Se dió cuenta de que su esposa seguía aún ausente, entonces se cambió de ropa y se salió también, no sin antes asegurar el boleto para que su mujer no lo viera. Se dirigió al hotel donde estaba Luisa para tener otro encuentro. Al llegar tocó, esta le abrió la puerta como acostumbraba a recibir a Louis. Lo dejo pasar pues ella se dió cuenta de sus intenciones y se lanzó con un ataque de besos; repitiendo lo de la noche anterior... Al terminar le dijo lo que sentía por ella y estaba dispuesto a dejar todo para estar con ella, incluso de matar a Louis. Entonces ella se puso a reflexionar la propuesta de él y aceptó en ser su amante, pues argumentaba que la tenía abandonada por estar pendiente siempre del maldito bar. Entonces acordaron el día de su huida para que arreglaran un poco su vida. Desde ese momento se frecuentaron todas las noches hasta que llegara la fecha fijada.
El tiempo se lo llevo el viento y el plazo se iba cumpliendo. En el ambiente flotaban los gritos de la trompeta de Milles. En el bar, Louis estaba en la barra como siempre, sirviendo a borrachos sus tragos en vasos sucios y él limpiando uno. Todo parecía tan monótono, la banda interpretaba My old flame para que se sintiera lo nostálgico. De repente un par de clientes empezaron a hacer disturbios, pues uno de ellos había hecho trampa en el póker, alegando que había ocultado una carta debajo de la mesa a la hora de repartir; como no llegaban a un acuerdo, derribaron la mesa, cayendo al suelo todo lo que estaba sobre ella. Comenzaron a golpear al tramposo con los vasos. Una lluvia de vidrios y sangre empapaba a los demás clientes; la banda al ver tal suceso empezó a tocar una pieza más animada. Yadíra se dirigió hacia ellos para parar la trifulca, pero el más alto sacó una navaja y la hirió en el abdomen. Entonces Louis junto con otros hombres corrió a socorrer a la sacaborrachos y a sacar del lugar a los jugadores, no sin antes haberles propinado una buena golpiza. Una vez fuera los clientes cerraron las puertas del bar y mandaron a llamar a una ambulancia para que llevaran a Yadíra al hospital. Terminado el cierre de caja Louis se fue a su casa. Miro su reloj; eran las 5 menos 10. Caminaba sobre el muelle, cabizbajo, pensando en lo sucedido, pero sabía como eliminar esos pensamientos al tener sexo con Luisa. Cuando llegó al área de descarga de los barcos; dos siluetas resaltaban, se comían a besos, y parecían esperar un barco. Louis observó con detenimiento al pasar junto a la pareja; reconoció a su mujer y a su amigo, el vendedor de bienes raíces. Entonces estos al ser descubiertos se apresuraron a huir de él. Louis fue en persecución de los amantes. Ellos iban con un poco de ventaja; doblaron a otra zona del muelle. Al doblar también Louis este fue detenido por un fuerte golpe en la cara, y...
Al aparecer el alba, las aguas del mar se teñían de un color artificial, pues un cuerpo se encontraba rebosando en ellas con tres estigmas religiosas. En el periódico, la fortuna hizo de las suyas, otorgándoles libertad a los forajidos.
Me gustó mucho el cuento, está cargado de historias, que le dan fuerza y lo hace interesante, además las canciones de Jazz se ajustan perfectamente al ambiente que se va dando a lo largo de la historia. Llama la atención no sólo por su estructura, sino también por el tema,de la vida cotidiana.
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