QUÉ EL PODER DE LAS DONAS TE ACOMPAÑEN

lunes, 17 de agosto de 2009

CUENTO DE HORROR.

Espero que les guste este cuento de horror. Me inspiró una lectura sobre la forma de calendarizar el tiempo y cómo nuestro destino ya está trazado en los caracteres de nuestro nombre.
*
TEZCATLIPOCA.
(ESPEJO DE HUMO NEGRO).
*
Eduardo Paz.
*

Cuando terminé el catecismo de la nueva religión (traída por los invasores a Tenochtitlan, a causa de la conquista), me bautizaron con el nombre de Lorenzo.
Precisamente nací, cuando Huitzilopochtli derramó su calcinante sangre sobre nuestro pueblo. Haciéndonos sentir su ira, nos trajo a lo hombres del mar como castigo, para que el metal nos atravesara el corazón y se alzara para su ofrenda.
Esa noche, mis padres me llevaron con la esposa del tonalpouhque para que éste me otorgara un nombre conforme al Tonalpohualli. El brujo arrojo los caracoles sobre el petate para determinar mi nombre y dármelo de manera en que la fortuna me favoreciera, porque había sido engendrado en un nemontemi, pero los caracoles se negaban en revelármelo; sólo uno era el que daban y era signo de catástrofes. Entonces el adivino se estremeció a tal grado, horrorizándose repentinamente al ver que las conchas se levantaban en punta y tornándose del color de la sangre. Todos gritaron con horror. Levantándose rápidamente del suelo que se había cubierto de un fuego inexplicable, devorando el petate en donde se hallaban los caracoles; formándose círculos de fuego al su alrededor sin quemar el tul. El humo que inundaba la choza traspasaba el techo de zacate. De pronto en medio de la nube negra surgía una luz cegadora, mostrando la silueta de un hombre cubierto de plumas, cargando una serpiente en una mano y en la otra un objeto que no se podía distinguir, hasta que estuvo en la tierra, y desapareció el dios del Fuego; el objeto comenzó a tragarse los círculos de petate junto con las conchas sangrantes, al igual que la lumbre y el humo; tomando la forma del cristal de obsidiana: transformándose en un espejo. Mis padres llorando del espanto, preguntaron al tonalpouhque qué era lo ocurrido; a lo que contestó todo tembloroso y con los ojos desorbitados “ese es el nombre de tu hijo”. Y que no quiso pronunciar por temor de quedar maldito. Mi padre lo pronunció; en ese preciso instante, el espejo comenzó a vomitar llamas junto con humo negro por todas partes; el fuego alcanzó a mi viejo, incendiándose rápidamente. Bruscamente la espada de un español le traspasó su pecho, terminando así su calcinante agonía. Los españoles entraron a la choza, tomando al adivino, que fue violentamente conducido afuera para apalearlo hasta dejarlo casi muerto, para después cortarle la cabeza. No entendía qué gritaban, sólo escuchaba una “Palabra” rara, que más tarde conocería, gracias a mi conversión. Los otros que se quedaron adentro de la choza se encargaron de mi madre y de la esposa del tonalpouhque, a ellas no las asesinaron sino que las tomaron como sus esclavas y antes de llevárselas como botín de guerra les mataron el espíritu: a mi madre y a la otra las tomaron por la fuerza para hacerlas sus mujeres. Mientras la choza se quemaba, yo estaba arrumbado, llorando en un rincón, envuelto en ayates cubiertos de sangre y ceniza, viendo como todo acababa por consumirse.
Tiempo después, nos fuimos a vivir a la casa del patrón; una casa muy grande por cierto, en donde trabajábamos junto con los negros. Mi madre convivía con las otras criadas en la cocina en donde me cuidó hasta la juventud. Iba a trabajar la tierra como los demás, pero el patrón me escogió para acompañarlo en su viaje por las tierras de los cholultecas. Llegamos a la ciudad que los ángeles habían trazado con hilos de oro y lino; eso era lo que me contaba pues no sabía de esas cosas hasta que tome el catecismo cristiano. Lo hice para sobrevivir en el mundo de esa gente, porque a nosotros indios se nos quemaba por adorar a nuestros dioses, además de que el patrón lo hizo para llevarme a trabajar en la construcción de la casa de una de las familias más adineradas de la región. Pero el rumor de mi antiguo nombre se había expandido por todas partes. Huían de mí por terror a una desgracia, incluso me alejaron del barrio de Santa Anita. En aquellos parajes, encontré a una anciana que sufrió también el mismo desprecio por ser bruja, esta me dio techo y alimento; eso era las mañanas, porque en las noches la anciana se ausentaba y regresaba al amanecer, con una olla de barro cocido llena de sangre que vertía en las tripas de un perro para después cocerlas en un caso con agua, para podérselas comer, me decía que; no había mejor alimento que la sangre fresca de un niño recién nacido más aún si era gachupín. Ella sabía acerca de mí y quiso que me iniciara como brujo y disfrutar de ese elixir. Así que vendí mi alma al demonio para tener todo lo que deseara; sobre todo compañía. Una noche, la vieja me llevo a una de sus reuniones en donde me sorprendí al ver entre todos a mi madre, convertida casi en animal, pues tenía las patas de guajolote, que con anterioridad se las había cortado con uno de sus cabellos. Mi iniciación duró toda la noche hasta antes del amanecer, pude mirar con los ojos al demonio, que no era como lo describía el sacerdote de la iglesia, y fue la primera vez que saboreé la sangre. Mientras estuve en la edificación de la casa, conocí a la hija del dueño, a la cual trataba de cortejar. Pero como no me correspondía, recurrí a la intervención del demonio para que me entregara su amor, este, me la entregó en una noche lluviosa y con rayos para hacerla mi mujer y vengarme de lo que le hicieron a mi madre en una noche como estas. Le desgarré las vestiduras, y deposité mi semilla en ella para procrear a mi hijo. Pasado el tiempo mi mujer tuvo a mi hijo varón, esa noche del alumbramiento me visitaron la anciana y un hombre blanco elegantemente vestido. Venían a cobrarme el favor que me hicieron al darme a la heredera de la familia, - es momento de pagar la deuda que tienes con nosotros - y el hombre hizo aparecer en su mano el espejo de obsidiana, que a su vez se convirtió en una daga. Tomé al niño, y cuando estaba apunto de hundírselo, su madre se interpuso y se lo enterré a ella primero; vi su mirada se parecía a la de mi madre cuando fue ultrajada. Al niño sólo le oí apagársele el llanto cuando el cuchillo atravesaba su cuerpo, posteriormente vertí la sangre de la criatura, que colgaba de una viga para que se desangrara, sobre una olla de barro, para después tomar un trago dejándome en los labios un dulce sabor. El resto del contenido se lo di a la anciana y al hombre que vestía plumas; antes de que se fueran me dijeron el futuro morirás viendo tu cuerpo; no entendí lo que dijeron, salieron y desaparecieron. De pronto, vi unas antorchas que se acercaban, pude reconocer al padre de la muerta, que venia con todo el pueblo y con los frailes para que me llevaran a quemar por los delitos que había cometido. Era conducido entre escupitajos, pedradas y uno que otro garrotazo, me vistieron con un sambendito, y me interrogaron si había más gente involucrada, mencione a la anciana que vivía en las afueras del barrio. Al igual que yo la anciana fue traída al tribunal del Santo Oficio, para que se le condenara por brujería, después de habernos dado sentencia los dos fuimos llevados a la plaza para que nos ejecutaran; a la vieja la ataron en un poste y sobre leña y le prendieron fuego, ésta no gritaba como los otros condenados que había visto morir de la misma manera: se reía, más bien se burlaba de los que estaban presentes y me lanzo una mirada de furia y me dijo -te atormentare en el infierno por haberme delatado -. Yo fui asegurado en un tronco y ante mis ojos se encontraba una canasta en donde depositarían mi cabeza, pues me la habían cubierto. De repente vi un cuerpo que sangraba del cuello pues lo habían degollado, parecía que me llevaban a una mazmorra, al igual que la anciana me carcajeé y burlé de ellos. Observe sus rostros llenos de terror pues miraban hacia arriba y me di cuenta que mi cráneo iba en el cesto y así se cumplió mi destino, mí horrible profecía de ver mi cuerpo inerte.

1 comentario:

  1. Hola lalito, ahora sí visité tu blog para que no digas que no lo hago, Léi tu cuento, está raro, está "horroroso", jajaja; lo que me saca de onda es la ubición temporal de la historia: la conquista, o ¿la colonia?, eso sí me extrañó. Bueno, te dejo pues, nos estamos viendo en el COLLHI

    ResponderEliminar

¡Hola!
.
¿Cómo estás?
.
Espero que la página sea de tu agrado. Por favor, has un comentario a los contenidos o sobre el diseño, también se aceptan sugerencias sobre la edición del algún tema que te guste y que no haya hablado al respecto. Así que me encantaría que estuvieras en contacto.
.
¡Gracias por tu visita!

Datos personales

Estudiante de letras que anda por la vida buscando que comer, a veces come sueños, otras rebanadas dulces de luna nueva, probaditas saladas de nieve de los Volcanes y entremeses agridulces de realidad.