QUÉ EL PODER DE LAS DONAS TE ACOMPAÑEN

martes, 4 de agosto de 2009

CUENTO INVITADO.

Es gran honor para este blog el tener como invitado a Paul Aguilar Sánchez, uno de los co-fundadores de la extinta revista "Cronicas de un pueblo muerto" de la cual sólo se sacó un número que jamás vio la luz de la publicación, sin embargo se guarda un archivo disponible (apeticion de sus comentarios)para que se puedan publicar por este medio.

Paul nacio en el Barrio de Xonaca una tarde post-trágica del 85 , egresado del colegio de letras de la BUAP cursando la licenciatura de Lingüística y Literatura hispánica. Formó parte del circulo literario "Un pueblo muerto" que tiempo después se convertiría en un grupo de escritores y poetas con propuestas alternativas tanto en la poesia, como en la narración, tomando como bandera la experimentación de los géneros.

Paul considera al cuento como una forma de conjuntar lo inconjuntable, de asociar lo que se encuentra distante, de mostrar realidades que van más allá de toda ficción y que trata de explicar por medio de su escritura la forma de ver y ser, no sólo el mundo, sino el universo entero. Él ven en el cuento la posibilidad de traspasar la realidad, de ver realidades donde los problemas humanos no son más que pretextos que funcionan como lentes oscuros ante lo que él trata de mostrar. Ve en la palabra una forma de atravesar el espacio y el tiempo ,de reunirlo todo y, a su vez, tratar de no contenerlo.

Sus obras más destacadas son: Kalaquitas, la sombra, alienado y Como una vaca que mira pasar el tren, con tintes "Quebrantistas". En esta ocasión les presentó su más reciente cuento, espero que lo disfruten.

ALEXIS* // **

Amo você em demasia(1 talvez nao seja certo(2 que estou perto da loucura labirinticamente ilógica(3 que dentro do meu peito mora(4...

(1* La semana pasada vi las noticias, un hombre se mutiló varias partes de su cuerpo y lo reconocí como uno de mis pacientes. Aunque últimamente los casos como el de él son más frecuentes, no los de mutilación sino los psicológicos, en los años en que estuvo visitando mi consultorio fue sorprendente encontrar un problema así. No creo sea importante decir de dónde era puesto que en sus palabras es posible notar su origen, tampoco supongo de interés para el conocimiento saber sobre su vida en el país ni lo que hiciese o dejara de hacer. Lo verdaderamente interesante es su problema.

** Cuando venía, por ahí del noventa y nueve, parecía ser un hombre trastornado. Tenía más de 50 años aunque realmente no sé su edad exacta puesto que nunca me la dijo. Siempre desarreglado, o por lo menos arreglado no según las convenciones sociales; su cabeza no tenía siempre el mismo peinado, parecía ser que la forma de amanecer en su cama (si es que la tenía) determinaba la dirección que tomarían sus greñas, porque eso eran, greñas. Por su cara podría decir que conocía el baño aunque en su más primitiva manifestación; tenía ojeras que lo hacían parecer un mapache aunque las disimulaba con los anteojos de armazón negro que se distinguían a varios metros de distancia. Las notas que abajo presento son la explicación más cercana que puede haber a las últimas palabras reconocibles como tales en las construcciones conversacionales que mantuve con Cabanhas.

Durante las sesiones que tuvimos solía decir: “Tengo miedo de perder su nombre; de llegar a la extremosa situación de olvidar todo aquello que me ha dicho y no poder siquiera perder la conciencia de esto para hacerlo menos doloso…” ya para ese entonces él suponía una anomalía en sí mismo. No puedo negar haber creído que se trataba de una amnesia temporal, y sinceramente no sé qué me condujo a seguir consultándolo pero lo hice. En cada sesión era evidente su temor a olvidar, pero no un olvido común, sino uno que involucra perder más que la memoria, uno que representaba perder el único vínculo de felicidad que podía atarlo a él mismo y a su mundo. Hablaba de amar en demasía a una mujer, a veces decía su nombre y en otras ocasiones lo olvidaba; hablaba de el amor de su vida y de ser ella la única persona con la capacidad para rescatarlo de su locura, y siempre que se refería a ella lo hacía como si estuviera presente ante él, de hecho lo hacía como si nadie más existiera en ese momento, como si lo escuchara y le decía: “Amo você em demasia...”. Tiempo después fue común escuchar ese estribillo por cada intervención que hacía. No se daba cuenta de las formas que utilizaba cada vez que tomaba la palabra.

(2 Siempre que expresaba algo como:fue lunes o… domingo cuando comenzaron los síntomas. Recurrí a la memoria para saber cuál era el nombre del ônibus que necesitaba tomar, loma… y algo, tampoco lo recuerdo ahora…” generalmente lo acompañaba de un talvez seja certo. En una de las sesiones pudo notarse esto, el hecho de ser conciente de estar perdiendo la memoria lo hacía dudar de la certeza de todo cuanto decía, a la par podemos suponer que en su mente se construía un discurso que distaba diametralmente de lo enunciado y mientras parte de su cerebro le hacía creer que decía lo que quería, otra le hacía pensar que quizá lo dicho no tenía nada que ver con aquello que en su mente se construía.

Para aquel momento ya sabía que no era una amnesia temporal causada por su fatigosa tarea de estudiar a Broca y Wernicke. Era una perdida paulatina del sistema y código de la lengua que a lo mucho le llevaría pocos años en convertirse en una enfermedad sin reconocimiento por él mismo: era alexia con agrafia anosognósica.

(3 Ciertamente era un caso especial nunca antes visto. Como sabemos la afasia en el giro angular es un cuadro relativamente frecuente que puede ser el residuo de una afasia severa del tipo fluido (llamémosla verborrea), es decir, el contenido del discurso parece vacío de significado. Sin embargo, ésta complicación del Maestro no presentaba daño cerebral, ni siquiera era producto de algún ligero golpe; había algo más metafísico que lo producía. Parecía ser el resultado de un evento traumático de afectaciones psicológicas que, como en el caso de los niños que dejan de hablar después de una impresión muy fuerte, le impedía empatar las construcciones mentales con las producidas en su propio discurso. Lo curioso está en que repetía siempre esta frase cuando (supongo) se sentía atrapado por su propia incapacidad de comunicarse. Es una lastima que no sepa hablar su lengua porque eso me daría una visión más amplia de lo que intentó decir en las sesiones.

(4 Apenas existe la posibilidad de que las palabras signifiquen lo que suponemos significan; no sólo en nuestra lengua sino, también, cuando intentamos entender otra que nos es ajena. Quizá esta expresión sea sólo una parte de lo que realmente quiere significar, es decir, tal vez mi paciente no disminuía su conciencia del carácter patológico que padecía, al contrario, la conciencia que como especialista le negaba, porque así la teoría o la incapacidad de dar respuesta a algo lo marcaba, hacía que él produjera una forma para poder comunicar lo más importante o lo que le parecía prioritario en la conversación. Así “Amo você em demasia” tal vez fuera lo primordial para él, no importaba qué recuerdo se borrara de su mente, lo importante era no olvidar que existía alguien a quien amaba. Seguido de “talvez seja certo”, su constante duda y su constante preocupación de decir lo que quiere. Luego “estou perto da loucura labirinticamente ilógica” que supongo era la manera más directa para decirme que ya su mente era conciente de que lo comunicado distaba mucho de como él lo deseaba. Y finalmente “dentro do meu peito mora” que sería el sentimiento de aflicción general provocado por esta paulatina patología psicológica de la que nunca pudo decirme qué la provocó. Aún hoy recuerdo las últimas palabras que dijera con supuesta lucidez: “lo que más me duele es tener olvidado el nombre más hermoso que jamás volveré escuchar…

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Estudiante de letras que anda por la vida buscando que comer, a veces come sueños, otras rebanadas dulces de luna nueva, probaditas saladas de nieve de los Volcanes y entremeses agridulces de realidad.